Personas mayores y prevención de drogas: una mirada intergeneracional

Un cambio en la percepción del consumo de drogas

De la juventud al enfoque intergeneracional

Durante años, los conceptos de drogas y juventud parecían inseparables. La mayoría de investigaciones, programas preventivos, asistenciales o de inserción se centraban exclusivamente en los y las jóvenes, como si fueran los únicos consumidores. 

La prevención apuntaba a dotar a esta población de competencias clave para una futura reinserción laboral, en caso de superar una adicción.

Sin embargo, con la implantación de programas de reducción de daños, muchas personas dejaron de fallecer y comenzaron a envejecer, algunas de ellas manteniéndose como consumidoras. 

Esto amplió la perspectiva y dejó ver que el consumo de drogas no es exclusivo de la juventud.

Una realidad más diversa

Hoy en día, cuando se habla de consumo de drogas o comportamientos adictivos, el panorama es mucho más amplio. 

Se reconoce que estos consumos pueden comenzar incluso en la niñez y extenderse hasta personas adultas y mayores. Esta realidad exige un enfoque diferente y más inclusivo.

El consumo de psicofármacos en personas mayores

Visibilización de una problemática antigua

En los últimos años se ha comenzado a investigar un fenómeno que existía desde hace tiempo, pero que sólo recientemente ha sido nombrado y estudiado: el consumo de psicofármacos en personas mayores. Estos consumos, muchas veces alejados de los estigmas asociados a la juventud, están ligados a la prescripción médica o al uso sin control de medicamentos legales.

Primeros datos disponibles

Un paso importante fue dado por el Plan Nacional sobre Drogas, que, por primera vez, incluyó en sus encuestas a personas mayores de 64 años. Aunque hasta ahora sólo se cuenta con un estudio, estos datos marcan un punto de partida para investigaciones futuras sobre qué sustancias se consumen, con qué motivaciones, y cuáles son las consecuencias sanitarias de estos consumos.

Una mirada preventiva desde la experiencia

De consumidores a agentes de salud

Desde la Red Internacional de Adultos Mayores Preventores se propone un enfoque distinto: centrarse en el sujeto, no sólo en el problema. Más allá de estudiar el consumo, se plantea considerar a las personas mayores como agentes preventivos activos.

Las personas mayores tienen un gran potencial como promotores de salud. Su experiencia, su capacidad de comunicación afectiva y su rol dentro de las comunidades las hacen figuras clave para transmitir mensajes preventivos con una fuerte carga emocional, lejos de discursos moralizantes o imperativos.

Programas de prevención intergeneracional

Estos programas no pretenden convertir a las personas mayores en expertas en adicciones, sino ofrecerles herramientas sencillas para que puedan hablar en su entorno sobre estos temas, ya sea con personas de su misma edad o con generaciones más jóvenes.

La relación afectiva que muchas veces se establece entre personas mayores y otras generaciones, lejos de las tensiones propias de las relaciones entre padres e hijos o profesores y alumnos, crea un espacio ideal para el diálogo.

Este tipo de programas promueven la prevención desde el vínculo emocional más que desde la transmisión de información técnica.

Una herramienta eficaz, sostenible y complementaria

La apuesta por programas de prevención liderados por personas mayores ha demostrado ser efectiva y sostenible. Requieren poca inversión y logran una gran aceptación social. Se trata de una modalidad que complementa otras estrategias preventivas, cubriendo vacíos hasta ahora poco explorados.

Desde la experiencia acumulada en estos años, se confirma que estos programas funcionan y tienen una alta capacidad para contribuir al bienestar de toda la sociedad. Por eso, se sigue apostando con firmeza por su desarrollo y expansión.