La complejidad del mundo humano y la necesidad de clasificar
Clasificaciones que simplifican
Desde siempre, el ser humano ha vivido en un mundo complejo, difícil de abarcar en su totalidad. Para comprenderlo mejor, comenzamos a crear grandes categorías que nos permitieran agrupar distintas realidades. Así surgieron clasificaciones que simplificaban el mundo: por color de piel, religión, idioma, nacionalidad, orientación sexual, entre muchas otras.
Identidades que separan
Con el tiempo, estas categorías dejaron de ser solo una asignación pasiva y se transformaron en identidades activas. Las personas comenzaron a identificarse con su grupo o “tribu”, desarrollando un sentido de pertenencia, pero también una actitud de defensa frente a los otros. Esto llevó, en muchos casos, a la competencia y al enfrentamiento, en lugar de la colaboración. De ahí han surgido numerosos conflictos y guerras.
La edad como otra categoría de división
De bebés a mayores: las “tribus etarias”
Una de las clasificaciones más generalizadas es la de la edad. Se han creado grupos como bebés, niños y niñas, adolescentes, jóvenes, adultos y adultos mayores. Si se vive lo suficiente, se pasa por todas estas etapas. Sin embargo, a menudo se perciben como tribus enfrentadas: cada una con intereses propios, compitiendo por recursos o reconocimiento en el ámbito laboral, social o cultural.
Falta de cooperación entre generaciones
Esta visión ha reforzado la idea de que los distintos grupos etarios deben defender sus espacios frente a otros. Así, en lugar de fomentar la colaboración entre generaciones, se ha normalizado el distanciamiento y, en ocasiones, el conflicto.
El valor de la cooperación intergeneracional
Aprender de otras culturas y momentos históricos
Sin embargo, el conocimiento también ha mostrado otros caminos posibles. En algunas culturas, especialmente en ciertas regiones de África, se ha comprobado que los grupos de diferentes edades cooperan de manera natural. Asimismo, la historia de la humanidad ofrece numerosos ejemplos de momentos en los que esta colaboración generacional fue fundamental para el bienestar común.
Iniciativas para reconectar generaciones
En respuesta a esta necesidad, han surgido programas e iniciativas intergeneracionales con el objetivo de fortalecer la cooperación entre personas de distintas edades. Estos programas buscan empoderar a todos los grupos, reconociendo el valor que cada generación puede aportar.
La apuesta de la RIAMP por la prevención intergeneracional
Una red con visión de futuro
La Red Internacional de Adultos Mayores Preventores (RIAMP) impulsa con fuerza este tipo de iniciativas. Estamos convencidos de que cooperar con otros grupos etarios nos permite abrir la mente, descubrir nuevas perspectivas y encontrar soluciones comunes a los retos que enfrentamos.
Dos ejes de trabajo prioritarios
Desde su fundación, la RIAMP se ha centrado en dos áreas clave donde la cooperación intergeneracional puede tener un gran impacto:
- La prevención de comportamientos adictivos, tanto con sustancias como sin ellas.
- La prevención de la soledad no deseada, un fenómeno cada vez más presente en nuestras sociedades y que requiere respuestas colectivas.
Hacia una sociedad más unida y solidaria
Organizaciones de distintos países, con experiencia en el trabajo con personas de diversas edades, estamos promoviendo programas intergeneracionales con el objetivo de mejorar la calidad de vida de todas las personas. Creemos firmemente que fomentar estos vínculos entre generaciones no solo previene problemas sociales y de salud, sino que también contribuye a construir una sociedad más empática, solidaria y cohesionada.
Ese es el corazón del trabajo que impulsa la Red Internacional de Adultos Mayores Preventores.